miércoles, 24 de octubre de 2007

Lombrices y castañas


Los dos hermanos están en el patio de la casa. Remueven la tierra buscando lombrices, y dañando las raíces del rosal, para disgusto de la abuela. Su tío abuelo a veces asoma la cabeza por la ventana y les grita que se estén quietos, pero los críos no le hacen caso. Están concentrados, buscando lombrices. Cuando el niño encuentra una, la coge con la mano abierta, para que no se espachurre, y la pone en el filo del enorme macetero de cerámica donde está plantado el rosal. Si es la hermana la que da con una, se escucha como un berrido de asco, entonces el niño se acerca a su lado y la coge para ponerla junto a las demás lombrices. Al rato se aburren de mirar los gusanos, y el hermano mayor manda a la niña pequeña a buscar una caja de cerillas. Ella se escurre a gatas en la cocina, donde la madre y la abuela friegan los platos, y con disimulo coge un paquete de la despensa. Se arrastra de vuelta al patio, manchándose la ropa de tierra, y su hermano le quita el paquete de cerillas. Se sientan el uno en frente del otro, a pequeña distancia, y el niño va colocando en fila varios fósforos, y luego los entrecruza con otros más, hasta que forma una pequeña pira. Los ojos de la pequeña se abren más, pendiente del momento en el que su hermano roza la cabeza de un fósforo con la lija y comienza a arder el palito. La deja caer en el montón de cerillas que hay entre los dos. La pequeña frunce el ceño y se separa unos centímetros de la pira en miniatura ardiendo. Entonces él la llama "cría chica" y "miedica" y ella vueve corriendo torpemente a la cocina, y se abraza a las piernas de la abuela, enfadada con su hermano. La abuela la coge en brazos, y la sienta en la mesa de la cocina mientras raja las castañas para ponerlas al fuego. Se vuelve a escuchar la voz del tío abuelo, que intenta dormir y no puede por el ruido de la pelota que viene del patio. Entra cabizbajo el niño, y se encierra en la despensa. Empieza a gritarle a su hermana que no puede salir, que no tiene la llave. Pero ella está pendiente de las castañas en el fuego. La abuela va al patio en busca de la escoba y se encuentra con el rosal deshojado y una fila de lombrices en el borde del macetero. Frunce el ceño, como hizo antes su nieta, y vuelve a la cocina. "Qué ganas de que crezcan".








2 comentarios:

Elena Mateos dijo...

Castañas, nombradas en la mejor época del año...
¿Tenéis los tosantos en Motril?
¿Os hartais de castañitas? =)

aelc dunna dijo...

perdona! me siento en la necesidad de defenderme porque en este relato parezco el hijo de anibal y siento deciros que no soy ni piromano ni autista! yeah! por lo demas mola!