Cuando llega el momento para la némesis de entrar en acción, sus pechos de pino se oprimen, y se desesperan de impotencia. Desean romper las cuerdas y quemar el escenario y huir, pero inevitablemente acaban recostados en el diván, desangrándose.
Pero las marionetas son muy listas, y ya tienen todo pensado para cortar los hilos en la próxima actuación, matar al malo de la obra y escaparse del teatro.
E inevitablemente, van a conseguirlo.
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